lunes, 13 de agosto de 2007

La Linterna Mágica

Desde el año 380 antes de Cristo se habló de la “alienación del espectador”, cuando Platón describió el mito de la caverna. Aquí, Platón habla de la forma en la que tomamos el reflejo de las cosas por la realidad. Se puede decir que esta es la primera referencia que se tiene de la linterna.


En el siglo XVII, dos jesuitas, Athanasius Kircher y Claudio Milliet de Chasles, retoman las teorías de la linterna mágica expuestas en el siglo XI. Es Athanasius Kircher quien le da su nombre a la linterna mágica. Kircher hacía uso de ésta para entretener al Arzobispo de Mainz. En esa época, el espectáculo era considerado magia negra, pero Kircher se empeñó en demostrar que sus inventos simplemente aprovechaban los “secretos mágicos de la naturaleza” y que no toda la magia era mala.


En el libro “Physiología Kircheriana Experimentalis”, aparecen dos dibujos de las aplicaciones de la linterna mágica, “donde en una caja cerrada, con una chimenea y una lente, se consume una lámpara de aceite que da luz; el foco de luz reforzado por un espejo y la lente sirven para proyectar en la pared las imágenes dibujadas en las transparencias de un soporte deslizable que contiene ocho dibujos transparentes”.

El mecanismo es muy similar al de un proyector de acetatos.


Más adelante, un músico de organillo se une a las proyecciones de linterna mágica y de esta forma nace el material audiovisual.

Existían diversos tipos de proyecciones: en la primera, se creaba un ambiente terrorífico con perfumes y humo en la que, llamados por un “mago”, empiezan a aparecer demonios por toda la sala. Realmente, el perfume ocasionaba un estado de embriaguez entre las personas presentes; además, el humo servía como pantalla para las proyecciones de los dibujos; y por último, el “mago” y el aspecto terrorífico del lugar hacían lo demás. Por otra parte, están las animaciones que tuvieron su nacimiento en los espectáculos de linterna mágica; por medio de placas de dos partes y una manivela, un dibujo se superponía sobre el otro y se generaba la sensación de movimiento. Finalmente, tenemos el invento del físico belga Robertson, quien inventó una especie de rieles en los cuales se desplazaba la linterna. Esto le permitía variar el tamaño de la imagen proyectada.

En la época de Robertson se empiezan a sonorizar los espectáculos, entonces con el ruido de un rayo, las campanas y las puertas, el espectáculo resulta aun más cautivador.

Durante el siglo XIX la linterna mágica se desarrolló y se popularizó y aparecieron las linternas dobles. Éstas, tenían dos lentes que permitían superponer dos imágenes de manera que el fondo o los personajes de la proyección fueran cambiando.
































Las proyecciones se realizaban en todo tipo de superficies, incluyendo las cortinas de humo. El espectáculo del Fantasmagoricien consistía que el Fantasmagorista invocaba espíritus y demonios y estos iban apareciendo en las paredes y entre el humo. Este espectáculo causó gran conmoción y fue muy original, para la época.














Algunos “linternistas” cometían errores tales como poner las imágenes al derecho en el proyector por lo que la representación aparecía al revés.

En el año 1862, Henri Robin abrió un teatro consagrado para las proyecciones luminosas. Este linternista fue uno de los más famosos de su época.

En su época, las linternas mágicas eran fabricadas en metal y en madera, siendo las segundas más costosas que las primeras. También se crearon efectos de transición entre una imagen y otra por medio de las linternas dobles.




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